miércoles, 6 de mayo de 2009

Aquella noche no había dormido muy bien y cuando me desperté todo era diferente.

Aquella noche no había dormido muy bien, me había pasado horas dando vueltas en la cama sin saber que hacer, con los ojos cerrados pero sin dormir, dando vueltas a cosas sin sentido y preocupándome por tonterías... Después de horas así, conseguí dormirme, pero tuve pesadillas y cuando me desperté todo era diferente.

En el aire flotaba una extraña niebla, estaba sola y no estaba en casa... No había paredes y todo estaba blanco, hasta me parecía que flotaba, entonces miré abajo, y me di cuenta de que realmente mis pies no tocaban nada. Noté algo extraño en mi espalda, y vi dos pequeñas alas.

-¡Oh, Dios mío, estoy volando!- Me dije a mi misma, porque nadie más podía oírme, y me adentre en esas nubes blancas para poder ver algo.

Más tarde, descubrí que estaba sobrevolando una bonita ciudad, llena de luces, y también supe que era de noche, la extraña niebla que me cubrió antes eran las nubes, que de tanto en tanto me tapaban las vistas.

Era una sensación impresionante, poder moverte a tu antojo, sin que nadie te moleste, y en el cielo, el cielo es fantástico.

Pero las cosas buenas no duran para siempre, y las cosas que no parecen reales no duran casi nada, porque acostumbran a ser sueños.

Así que, cuando mi desagradable despertados sonó, y yo volví a la realidad sin ganas pero sin alternativa, nada era diferente de la mañana anterior.

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