miércoles, 20 de mayo de 2009

Historia de intriga

A mis amigos les gustaban mucho las historias y películas de miedo, las leyendas urbanas y los misterios, demasiado. Yo las había odiado siempre, no entendía porque les gustaba pasarlo mal.
Un día me invitaron a pasar un fin de semana en casa de Carol, todos juntos, y me prometieron que no harían nada relacionado con espíritus, muertes y cosas de esas.
Durante el día lo pasemos genial, nos reímos, juguemos y hicimos un montón de cosas... pero llegó la noche, y cuando vi que el sol desaparecía y la luna llena adornaba el cielo, me entró el pánico, entendí que me habían engañado, sin que nadie me dijera nada y tuve la sensación de que algo malo iba a pasar.
No me sorprendí cuando me dijeron que querían jugar a la guija (o como se escriba ese maldito juego), que no pasaría nada y que solo tenia que poner el dedo en el vaso.
Les hice caso, porque no podía hacer otra cosa, y prefería estar con ellos que quedarme sola en la habitación.
Todo iba bien, Claire, que siempre había tenido un cierto afán por ser la bruja del grupo, recitaba las preguntas, y los demás nos concentrábamos en el vaso mientras Tom nos tomaba el pelo haciendo bromitas que no asustaban a nadie, hasta que se oyó algo que nos puso la piel de gallina.

“Dejadme en paz...” Pero tan flojo que todos deseemos no haberlo oído.

-Oye, Tom, deja de hacer bromas ¿vale?- Le dijo Anne un poco asustada.

-Yo no he sido...-

Se oyó otra vez lo mismo, pero más fuerte, como si se fuera acercando cada vez más a nosotros, estaba todo oscuro y yo estaba tan asustada que me eché a correr hacia el baño y me encerré allí. Escuché las risas nerviosas de mis amigos riéndose de mí, y me pareció ver una sombra por debajo de la puerta. Empecé a llorar en silencio del miedo que tenia.
Los gritos de mis amigos me hicieron llorar aún más, y, cuando se izo el silencio, no me atrevía a salir.
Tenia tanto miedo que creo que me desmayé, porque lo siguiente que recuerdo es a Anne abrir la puerta del baño y decir:

-Ya está, era una broma, estamos bien, vamos, sal.-

Y cuando le di la mano se transformó en un asqueroso espectro de dos metros que me dejó ver la horripilante carnicería que había echo con mis amigos antes de matarme a mí también.

miércoles, 6 de mayo de 2009

Aquella noche no había dormido muy bien y cuando me desperté todo era diferente.

Aquella noche no había dormido muy bien, me había pasado horas dando vueltas en la cama sin saber que hacer, con los ojos cerrados pero sin dormir, dando vueltas a cosas sin sentido y preocupándome por tonterías... Después de horas así, conseguí dormirme, pero tuve pesadillas y cuando me desperté todo era diferente.

En el aire flotaba una extraña niebla, estaba sola y no estaba en casa... No había paredes y todo estaba blanco, hasta me parecía que flotaba, entonces miré abajo, y me di cuenta de que realmente mis pies no tocaban nada. Noté algo extraño en mi espalda, y vi dos pequeñas alas.

-¡Oh, Dios mío, estoy volando!- Me dije a mi misma, porque nadie más podía oírme, y me adentre en esas nubes blancas para poder ver algo.

Más tarde, descubrí que estaba sobrevolando una bonita ciudad, llena de luces, y también supe que era de noche, la extraña niebla que me cubrió antes eran las nubes, que de tanto en tanto me tapaban las vistas.

Era una sensación impresionante, poder moverte a tu antojo, sin que nadie te moleste, y en el cielo, el cielo es fantástico.

Pero las cosas buenas no duran para siempre, y las cosas que no parecen reales no duran casi nada, porque acostumbran a ser sueños.

Así que, cuando mi desagradable despertados sonó, y yo volví a la realidad sin ganas pero sin alternativa, nada era diferente de la mañana anterior.