miércoles, 22 de abril de 2009

Viaje en la máquina del tiempo

Era un viernes por la noche normal, yo me había quedado despierta hasta las tantas mirando una película y todos dormían. Solo se oían unos sutiles ronquidos y la televisión.
La película se acabó por fin, y me fui a la cama.
Aquella noche, no me costó nada dormirme.

Estaba sola, sola en un inmenso lugar, pero todo se veía negro. ¿Dónde me encontraba? Flotaba por la nada y, de pronto, empecé a caer.
No me dolió, pero acabé en el suelo de una inmensa ciudad situada en una isla. Delante de mí tenia un precioso barco. Parecía que estaban dando una fiesta, y no sé por qué, me decidí a subir. Había un montó de gente vestida de gala, pero con ropa anticuada, y los muebles eran todo antigüedades. Una simpática muchacha estaba apoyada en la pared, sonriendo y mirando a alguien. Me acerqué a ella.

-Perdone, ¿qué día es hoy? y ¿dónde estamos?-
Me miró extrañada, como si estuviera loca, no la culpo, pero me contestó.
-Estamos en Londres, hoy es viernes, 8 de Septiembre de 1888.-
-¡Vaya, la época de Jack el Destripador!-
-¿Qué?-
-Ah... nada, nada...- Al fin y al cabo, era mejor no encontrarse con ese personaje.

Había viajado en el tiempo, sin saber como, y ahora estaba atrapada en una época de desesperación para todo Londres, llena de crímenes y de miedos. Me empecé a asustar... con lo bien que se estaba en mi cama.

Aburrida como estaba de no hacer nada, me adentré en la ciudad, lejos del barco, para investigar un poco. Entonces lo vi. Un hombre vestido de negro seguía sigilosamente a una mujer. Ella iba borracha, se tambaleaba de un lugar a otro, iba vestida con una falda muy corta y un top estrecho y escotado. Era una prostituta, y yo sabia quien era. Annie Chapman. Una supuesta víctima de Jack, y si la chica no me había mentido con lo de la data, quien la perseguía era el mismo destripador, para matarla.

Intenté gritar, para que alguien la ayudara, pero era demasiado tarde, el hombre la había cogido por la espalda y...

Me desperté en la cama gritando. Las gotas de sudor me recorrían la frente, pero solo había sido un sueño. Un sueño tan horroroso como real. Y me olvidé de la extraña máquina del tiempo que había sido mi imaginación, para poder dormir tranquila aquella extraña noche del 8 de Septiembre de 2009.

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