miércoles, 19 de noviembre de 2008

De la rendija de la puerta salía una mancha de sangre.

Llegué a casa muy tarde aquel lunes, Marta me havia invitado a tomar algo y no me había atrevido a decirle que no. Mi hermana estaría muy enfadada conmigo.
Vivía con ella desde que estudiaba en Madrid, ella tenia un piso alquilado y, entre las dos, nos salía barato. Pero tenia sus inconvenientes, como por ejemplo el echo de que no me había sentido tan controlada en mi vida.
Abrí la puerta con cuidado, deseando que estuviera dormida, pero lo dejé por imposible cuando escuché la televisión. Caminé por el pasillo hasta llegar al comedor, pero no había nadie, el señor del telenoticias hablaba sin parar, pero nadie lo escuchaba. Oí el agua de la ducha y pensé que Ana se había olvidado de cerrar la tele, es tan descuidada...
Dejé mis cosas y me estiré en la cama, tenia esa sensación tan horrible de que algo se iba a torcer y el día iba a acabar mal. De pronto, escuché un ruido, como de una ventana abriéndose, y de cómo la ducha se cerraba, luego, un golpe, como de algo cayendo, y, muy seguido, un grito, de mi hermana.
Salí corriendo hacia al baño, pero llegué tarde, de la rendija de la puerta salía una mancha de sangre.

1 comentario:

Teresa dijo...

María:
Aunque está muy bien redactado tienes vacilaciones (había/havia).
Es una muy buena solución acabar la redacción con la frase que sirve de tema, dejar el final abierto.